Salud y bienestar
¿Tienes que lidiar con las náuseas matutinas? Lee esto.
Doma a la bestia bien temprano. “Tenía que comer algo apenas me despertaba o estaría en un mundo de náuseas. Las galletas saladas, los tomates en tostadas o los cereales secos siempre me funcionaron”.
—Katie Lumpkin, mamá de uno, Los Ángeles, California
Nunca dejes de comer algo. “Descubrí que los refrigerios pequeños y frecuentes con alto contenido de proteínas me ayudaban a calmar las náuseas, como galletas saladas y queso, o frutas y frutos secos. Hasta el día de hoy, ¡así es como todavía como!”
—Barbara Salage, mamá de cuatro, Arvada, Colorado
Prueba un viejo recurso (o su variante). “La raíz de jengibre cruda sabe como la suela de una bota sucia, pero los dulces masticables de jengibre me daban unos treinta dichosos minutos sin vómitos”.
—Ashley Bryan, mamá de tres, Las Vegas, Nevada
Come al menos una manzana al día. “No estoy segura de por qué, pero las manzanas fueron lo único que me ayudó a calmar mi estómago, y tenían que estar frías. Las manzanas a temperatura ambiente no tenían el mismo efecto. Tenía mi provisión de manzanas en el refrigerador y comía un par al día”.
—Sherri Hutchins, mamá de uno, Phoenix, Arizona
Haz un poco de aromaterapia. “Los alimentos no me ayudaron con las náuseas matutinas, pero poner aceite de menta en una bolita de algodón y respirarlo durante varios segundos podía calmar mi estómago durante varias horas”.
—Lisa McCarron, mamá de dos, Lansing, Míchigan
¡Permítete esos antojos! “A veces, permitirme un antojo de comida realmente me ayudó. No todo el tiempo, sino una vez cada tanto. El mío era el pollo frito. ¡Qué loco!”
—Jennifer Papera, mamá de tres, Seattle, Washington
Disminuye los picantes. Siempre me han gustado los alimentos picantes: ¡cuanto más picantes, mejor! Pero durante el embarazo, estos alimentos, bueno, digamos que no me hacían bien. Guardé la pimienta de cayena, renuncié a los jalapeños y comí alimentos más suaves. El jengibre se convirtió en mi nuevo mejor amigo; dio sabor a mis comidas sin provocarme acidez estomacal. Beneficio doble”.
—Amy Lee, Portland, Maine
No pierdas de vista el objetivo. “Seguí comiendo tanto como podía, siempre que podía, y me decía a mí misma que las náuseas terminarían en la semana 12. ¡Y así fue!”
—Kristen Moore-Huey, mamá de uno, Pittsburgh, Pensilvania
—Katie Lumpkin, mamá de uno, Los Ángeles, California
Nunca dejes de comer algo. “Descubrí que los refrigerios pequeños y frecuentes con alto contenido de proteínas me ayudaban a calmar las náuseas, como galletas saladas y queso, o frutas y frutos secos. Hasta el día de hoy, ¡así es como todavía como!”
—Barbara Salage, mamá de cuatro, Arvada, Colorado
Prueba un viejo recurso (o su variante). “La raíz de jengibre cruda sabe como la suela de una bota sucia, pero los dulces masticables de jengibre me daban unos treinta dichosos minutos sin vómitos”.
—Ashley Bryan, mamá de tres, Las Vegas, Nevada
Come al menos una manzana al día. “No estoy segura de por qué, pero las manzanas fueron lo único que me ayudó a calmar mi estómago, y tenían que estar frías. Las manzanas a temperatura ambiente no tenían el mismo efecto. Tenía mi provisión de manzanas en el refrigerador y comía un par al día”.
—Sherri Hutchins, mamá de uno, Phoenix, Arizona
Haz un poco de aromaterapia. “Los alimentos no me ayudaron con las náuseas matutinas, pero poner aceite de menta en una bolita de algodón y respirarlo durante varios segundos podía calmar mi estómago durante varias horas”.
—Lisa McCarron, mamá de dos, Lansing, Míchigan
¡Permítete esos antojos! “A veces, permitirme un antojo de comida realmente me ayudó. No todo el tiempo, sino una vez cada tanto. El mío era el pollo frito. ¡Qué loco!”
—Jennifer Papera, mamá de tres, Seattle, Washington
Disminuye los picantes. Siempre me han gustado los alimentos picantes: ¡cuanto más picantes, mejor! Pero durante el embarazo, estos alimentos, bueno, digamos que no me hacían bien. Guardé la pimienta de cayena, renuncié a los jalapeños y comí alimentos más suaves. El jengibre se convirtió en mi nuevo mejor amigo; dio sabor a mis comidas sin provocarme acidez estomacal. Beneficio doble”.
—Amy Lee, Portland, Maine
No pierdas de vista el objetivo. “Seguí comiendo tanto como podía, siempre que podía, y me decía a mí misma que las náuseas terminarían en la semana 12. ¡Y así fue!”
—Kristen Moore-Huey, mamá de uno, Pittsburgh, Pensilvania