Olvídate de las galletas: es hora de cambiar a golosinas saludables

Cuando un niño cumple uno o dos años, es muy probable que esté listo para explorar el mundo. Esto puede significar caminar por primera vez, mostrar nuevos sentimientos y emociones, o probar cosas nuevas durante las comidas.

Dado que las preferencias de los alimentos se establecen a temprana edad, este es un buen momento para aprovechar ese sentido de “exploración” y ofrecerle a tu hijo una amplia variedad de opciones de refrigerios, comidas y bebidas. Para asegurarte de que tu hijo consuma una dieta saludable y equilibrada, comienza por aplicar las mismas pautas básicas que utilizas para tu propia alimentación saludable a las comidas y refrigerios de tu hijo.

Esto significa, específicamente, comer en equilibrio pan, cereal, arroz y pasta; frutas y verduras; productos lácteos; carne, pescado, aves de corral y fuentes vegetarianas de proteínas, como frijoles y legumbres; y formas saludables de grasa.

Panera. En la categoría de pan y cereales, busca alimentos que quepan en la mano de tu hijo (como comida para picar) y que sean lo bastante suaves como para comerse sin riesgo de asfixia. Algunos buenos ejemplos son la pasta integral cocida, galletas integrales blandas, bagels o pan de trigo integral, cereales para el desayuno cocinados, como avena o arroz cocido.

El cajón de las verduras. Cuando se trata de verduras, las verduras cocidas tienden a ser más seguras para los niños pequeños que las verduras crudas, porque son más blandas. Puedes preparar verduras enlatadas, congeladas o frescas. Trata de darle a tu hijo la mayor cantidad posible de los distintos colores del arcoíris, un concepto que promueve la campaña de 5 al día. Esto significa elegir alimentos de cinco colores: amarillo/naranja, rojo, azul/púrpura, verde y blanco. Los ejemplos incluyen camote y maíz en la categoría de amarillo/naranja, betabel en la categoría de rojo, berenjena en la categoría de azul/púrpura, ejotes o guisantes en la categoría verde y coliflor en la categoría de alimentos blancos.

El tazón de las frutas. A la mayoría de los niños pequeños les encanta la fruta y aquí, las posibilidades son infinitas, dependiendo de la temporada o de lo que está disponible en tu supermercado. Si tienes tiempo para cortar y preparar fruta fresca, prueba fresas, melón, piña o uvas cortadas. Si compras frutas envasadas, prueba porciones individuales de compota de manzana, que ahora están disponibles en una amplia variedad de sabores. A la mayoría de los niños les gusta también la sandía en un día cálido y soleado y, si tienen sed, los jugos de 100 % fruta son una buena opción. Solo debes tener cuidado de no dejar que tu hijo se llene con el jugo y recuerda que, en cuestión de nutrición, la fruta entera es una mejor opción que el jugo.

El cajón de los lácteos. Los productos lácteos son una buena fuente de calcio y los niños de 1 a 3 años requieren 500 mg de calcio por día, según la Asociación Médica Estadounidense. Las buenas opciones incluyen queso, yogur, leche y hasta queso cottage. Ahora hay muchos tipos de queso y yogur disponibles en porciones individuales, ya sea en barritas de queso o en tubitos de yogur. Si bien es posible que cuesten más que comprar un contenedor grande del producto, ¡esta presentación a menudo puede resultar una ventaja para ti! Otras fuentes de calcio que no son lácteos y que los niños pueden consumir incluyen tofu, salmón o bebidas fortificadas con calcio, como jugo de naranja.

Opciones de proteínas. Las buenas fuentes de proteína para los niños pequeños incluyen carnes magras, pollo o pavo, pescado, huevos, tofu o frijoles cocidos. Si tu hijo parece renuente a probar los frijoles o las lentejas, intenta prepararlos en sopa o en chile con carne. Aunque una salchicha o un sándwich de mortadela de vez en cuando probablemente no perjudicarán a tu hijo, trata de no darle alimentos con conservantes, sal o productos químicos agregados.

Todo sobre la grasa. Hasta los dos años de edad, los niños necesitan mucha grasa en su dieta para garantizar el desarrollo adecuado del cerebro. (Esto explica por qué aproximadamente la mitad de las calorías en la leche materna y la fórmula para lactantes provienen de grasa). Después de los dos años de edad, los niños necesitan aproximadamente el 30 % de sus calorías en forma de grasa, de acuerdo con la Asociación Médica Estadounidense. Esto puede significar cambiar de leche entera a leche baja en grasa, preparar cortes de carne o aves bajos en grasa, o cocinar al vapor, hornear o asar los alimentos.

El tarro de galletas. Los dulces ocasionales están bien, pero si tu hijo come dulces, galletas o postres con regularidad, esto puede afectar su preferencia por alimentos más saludables.

Si tienes preguntas relacionadas con la nutrición de tu hijo, asegúrate de consultar con tu pediatra u otro profesional médico para obtener asesoramiento experto.

Autora: Barbara C. Bourassa